¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando escuchas Poder Personal? ¿tener dinero? ¿influencias? ¿poder viajar? ¿ser feliz todo el tiempo?
Sin duda, en el mundo actual las definiciones y acepciones sobre esta gran y necesaria habilidad, encuentra puntos de encuentro y puntos de desencuentro. Sobre todo en las maneras, en las relaciones y en los resultados.
Creemos erróneamente que el Poder Personal nos pertenece a nosotros e inmediatamente lo vinculamos con el tener, el poseer. Pero en ese sentido, nos perdemos de entender el Poder Personal como una habilidad que refiere al ser, a quienes somos o quienes queremos ser. El tener viene después del ser, no antes. Porque entonces estaremos atados inevitablemente a los resultados, que vendrán de todas maneras pero no nos pertenecen ni podemos controlarlos.
En el mundo actual, donde la comunicación instantánea y la interconexión son omnipresentes, la habilidad para desarrollar y mantener una conexión corporal y emocional tanto a nivel individual como colectivo se ha vuelto fundamental. Las organizaciones que fomentan un ambiente donde se valora el poder personal y se promueve la conexión emocional entre los miembros del equipo experimentan un mayor nivel de compromiso, creatividad y productividad. Del mismo modo, las personas que invierten en su desarrollo personal y en cultivar relaciones auténticas encuentran un mayor sentido de realización y bienestar en sus vidas. En resumen, trabajar en el poder personal y en la conexión corporal y emocional individual y colectiva no solo es esencial para el crecimiento personal y profesional, sino que también contribuye a la construcción de comunidades más saludables y resilientes.